lunes, 13 de septiembre de 2010
Sin titulo
La hormiga que atraviesa esta hoja
me platea un desafío.
Me concentro en su andar circunspecto y curvilíneo
y me asusto de su pequeñez,
de su insignificancia,
de su esperanza por encontrar cualquier miga,
de lo necia que es en su búsqueda
hacia un horizonte distinto a los bordes
de esta hoja.
Aguardo a que se detenga,
a que se desocupe mi hoja de papel pulcra
y completamente blanca.
Aguardo a que se decida de una vez por todas
a dejar esa inquietud
que se convierte en mi ansiedad,
en esa forma de ver a la hormiga atravesando
el papel en que me dispongo a escribir.
Como ella se muestra irresoluta
hago un arco con mis dedos y la disparo
hacia el vacío donde la hormiga se pierde.
Cierta sensación de pesar me invade
y comienzo a buscarla
como si me hubiera acostumbrado un poco a ella.
Jesús David Buelvas Pedroza
me platea un desafío.
Me concentro en su andar circunspecto y curvilíneo
y me asusto de su pequeñez,
de su insignificancia,
de su esperanza por encontrar cualquier miga,
de lo necia que es en su búsqueda
hacia un horizonte distinto a los bordes
de esta hoja.
Aguardo a que se detenga,
a que se desocupe mi hoja de papel pulcra
y completamente blanca.
Aguardo a que se decida de una vez por todas
a dejar esa inquietud
que se convierte en mi ansiedad,
en esa forma de ver a la hormiga atravesando
el papel en que me dispongo a escribir.
Como ella se muestra irresoluta
hago un arco con mis dedos y la disparo
hacia el vacío donde la hormiga se pierde.
Cierta sensación de pesar me invade
y comienzo a buscarla
como si me hubiera acostumbrado un poco a ella.
Jesús David Buelvas Pedroza
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